Bossman - Vi Keeland
La primera vez que me encontré con Chase Parker, no hice
exactamente una buena impresión.
Me escondía en el pasillo del baño de un restaurante,
dejándole un mensaje a mi mejor amiga para que me salvara de mi horrible cita.
Me escuchó y me dijo que era una perra, luego procedió a
ofrecerme consejos sobre citas.
Así que le dije que se ocupara de sus malditos asuntos —sus
grandes, hermosos, y ególatras malditos asuntos— y regresé a mi miserable cita.
Cuando pasó por mi mesa, sonrió de lado y observé su
arrogante y sexy trasero regresar a su cita.
No pude evitar mirar de reojo al idiota condescendiente al
otro lado de la habitación. Por su puesto, me atrapó en más de una ocasión, y
me guiñó el ojo.
Cuando el hermoso extraño y su igualmente caliente cita de
repente aparecieron en nuestra mesa, pensé que me iba a delatar.
En cambio, pretendió que nos conocíamos y se nos unió
—contando historias elaboradas y vergonzosas sobre nuestra infancia falsa. Mi
cita de repente pasó de aburrida a extrañamente emocionante. Cuando se acabó y
nos separamos, pensé en él más de lo que alguna
vez admitiría, a pesar de que sabía que nunca lo volvería a
ver.
Quiero decir, ¿cuáles son los chances de que lo volviera a
encontrar en una ciudad con ocho millones de personas? Pero entonces…
¿Cuáles eran las posibilidades de que en un mes más tarde
terminará siendo mi nuevo sexy jefe?
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